El disfrute del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social. Este derecho es protegido por diversos ordenamientos jurídicos, tanto en el ámbito internacional como en los sistemas jurídicos nacional y local. El derecho a la salud es garantizado por medio de la protección general a toda la población, sin discriminación alguna, y mediante la protección especial que requieren los grupos en situación de vulnerabilidad como es el caso, por ejemplo, de las personas adultas mayores, las personas con discapacidad y los niños, niñas y adolescentes.